La invención de la escritura por los primeros Seres humanos marca un paradigma en la vida del ser humano. Pues es a partir de ella que inicia el periodo conocido como Historia y pone fin a la Prehistoria. El avance más significativo se dio cuando se descubrió que los sonidos de las lenguas (fonemas y sílabas) se podían representar gráficamente mediante pictogramas, ideogramas o la combinación de ambos. Por lo que ahora los grafismos representaron ya no ideas o palabras, sino sonidos de las lenguas. Es en la civilización de Sumeria donde se da este gran paso con la invención del sistema cuneiforme en donde cada signo representa una sílaba de su lengua.
Muchos siglos después de las primeras manifestaciones fonéticas en la escritura de los sumerios, los fenicios dieron a conocer al mundo el alfabeto, facilitando la escritura, al reducir los signos empleados de varios cientos a tan sólo 22 consonantes; y correspondió entonces al antiguo pueblo griego desarrollar varios cambios al alfabeto como la separación de las vocales y el convertir el alfabeto en el más importante mecanismo de representación gráfica de la expresión oral a escrita.
“Aunque lo oral está presente en todos los momentos de nuestra vida cotidiana, lo cierto es que vivimos en un entorno social en el que la escritura ha asumido tal grado de relevancia que es el soporte de muchas relaciones sociales, desde las más cotidianas hasta las que regulan acuerdos que afectan a toda la humanidad” (Mendoza, F. 2013:63), por tanto es conveniente hacer uso de ella como el motor que oriente grandes transformaciones y cambios que nuestra sociedad requiere.
Actualmente, la escritura puede entenderse como “…un uso funcional de los elementos de representación y de las convenciones que regulan la expresión de las ideas en un texto adecuado al tipo de acto comunicativo que pretendemos realizar y al código que empleamos” (Ídem); es decir, la lengua escrita puede entenderse como una manifestación lingüística mediante la cual se expresan las intenciones comunicativas, sean éstas pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, entre otros.
El proceso de producción de textos constituye quizás el más complejo acto de comunicación, puesto que implica poner en juego las cuatro habilidades básicas comunicativas (escuchar, hablar, leer y escribir). Un texto escrito se constituye como la materialización de lo hablado y con ello se convierte en un producto que se puede leer y/o escuchar.
Todo texto tiene como finalidad dar un mensaje, para que dicho mensaje pueda llegar a su destino existe una serie de elementos que intervienen en ese proceso; tenemos un emisor, un receptor, un canal, un código y una situación. Por tanto cada texto tendrá sus propias características específicas, que lo harán muy diferente de los demás. Luego entonces, para una mejor comprensión los textos se dividen en tipologías textuales.
Dentro de dichas tipologías, podemos mencionar que el texto descriptivo “se puede definir como aquel que nos permite representar, a través de la palabra, personas, ambientes, situaciones, objetos, experiencias…” (Casado, G. 2009:2) con el objetivo de que el autor –quien describe- pretende generar en la mente del lector una imagen semejante, o lo más parecida posible, a lo que se está describiendo; para ello hace uso de un sinfín de herramientas descriptivas que permitan experimentar al lector recrear o reconstruir mentalmente el objeto descrito. Así pues, como lo afirma la autora Miriam Álvarez (2010) describir es pintar con palabras.
La descripción es un modo de presentar la realidad a través del lenguaje; ya que nos permite encarnar objetos desde los más concretos como personas, animales, cosas, paisajes, hasta llegar a lo inimaginable en cuanto a objetos abstractos; luego entonces, podemos mencionar que el texto descriptivo es aquel que explica de forma detallada y ordenada, cómo son las personas, los lugares, las situaciones y/o los objetos, para el que lo lea se imagine como si lo estuviese viendo; para ello es necesario que la persona que realiza la descripción conozca el personaje, objeto o situación medianamente.
La descripción se puede auxiliar con varios recursos literarios, tales como adjetivos, comparaciones y/o metáforas.
Otra tipología textual, es la expositiva, ésta podemos indicar que es el texto escolar por excelencia, al que se encuentran acostumbrados nuestros alumnos por el contacto permanente con el mismo. Su objetivo es “transmitir información y explicar nuevos temas; es decir, el texto expositivo transmite información o ideas con la intención de mostrar, explicar o hacer comprensible algo. En síntesis, el propósito del texto expositivo es hacer comprender una información, un tema, un concepto” (Siglo XXI, 2010:44). El texto expositivo no se limita sólo a proporcionar datos, sino que se añaden explicaciones, ejemplos y/o analogías para que quede claro lo que se pretende explicar.
El objetivo principal de dicho texto es “expresar información o ideas con la intención de mostrar y de explicar o hacer más comprensible dichas informaciones” (Álvarez A. 2001:16). De ahí que estos textos sean los más frecuentes y abundantes en la vida académica y social, puesto que transmiten información nueva y explican nuevos temas.
En conveniente mencionar que pertenecen a esta tipología textual: los discursos científicos, artículos, monografías, tratados, exposiciones, discursos didácticos, discursos de divulgación, artículos de revistas, conferencias, enciclopedias y documentales.
Los textos expositivos, a diferencia de los narrativos, no obedecen a una superestructura común, sino que se ajustan a una serie de maneras básicas de organizar el discurso; por ello, “se distinguen dentro de un mismo tipo de texto expositivo varios subtipos o maneras básicas de organización tales como: identificación, definición, clasificación, ilustración, comparación y contraste y análisis, o colección causa – consecuencia, problema – solución (o pregunta respuesta), comparación y descripción”(Ibídem: 17)
Podemos decir que a este tipo de texto “los lectores se enfrentan cotidianamente; se puede decir que son omnipresentes pues están en libros de texto, enciclopedias, manuales y textos de divulgación científica en general. Exponer equivale a suministrar información y, a la vez, a explicarla” (Siglo XXI, 2010:44), para generar en los lectores verdaderamente conocimientos.
La estructura lógica en la que se basa el texto descriptivo es: introducción desarrollo y conclusión; mismas donde se hace una presentación del trabajo, se plantea el problema, se da una respuesta y una evaluación.
Otra tipología importante de hacer mención es la referente al texto narrativo; y podemos definirla como “una forma de expresión que cuenta hechos o historias acontecidas a sujetos, ya sea humanos (reales o personajes literarios), animales o cualquier otro ser antropomorfo, cosas u objetos; en él se presenta una concurrencia de sucesos (reales o fantásticos) y personas en un tiempo y espacio determinados” (Ibídem 22). Dicha tipología textual posee dos características básicas: la acción; la cual implica “una razón de actuar o un móvil en el agente, por lo que se tiene responsabilidad en lo que se refiere a las consecuencias de sus actos” (Adam, J et all 1999:100) y la segunda característica es referente al uso de elementos que generen intriga “definida ésta como una serie de preguntas que porta el texto y a las cuales la narración termina dando respuesta” (Ibídem: 106). Los textos más representativos de la narrativa son cuentos, fabulas, leyendas, mitos, novelas, notas periodísticas, crónicas, anécdotas, etc.
Generalmente los hechos narrados se estructuran en tres partes: planteamiento, que es la parte que sirve para introducir los personajes, nos presenta una situación inicial y un conflicto que les sucede a unos personajes en un tiempo y lugar determinados; un nudo o conflicto en el cual se desarrollan los acontecimientos planteados en la introducción, puesto que los personajes se ven envueltos en el conflicto y actúan en función del objetivo que persiguen; y, finalmente, tenemos un desenlace o solución de la situación planteada, en esta parte del relato se resuelve el conflicto inicial; puede tener un final feliz o trágico, según el autor del texto; es conveniente señalar que el texto normalmente siguen un orden cronológico, es decir presentan los hecho en medida de que van sucediendo en el tiempo.
Finalmente, tenemos el texto argumentativo, que en este caso sería de los más recurrentes en las lecturas de profesores, estudiantes, políticos y científicos; puesto que “…a través de la argumentación se expresan ideas fundamentales para defender o refutar los pensamientos o ideas de otro. La argumentación es la base del convencimiento, del razonamiento de la persuasión, de la demostración y del conocimiento humano” (Siglo XXI, 2010:80) pues en base a ella se logra el objetivo de que el individuo pueda expresar sus opiniones perfectamente fundamentadas y defienda o contradiga lo que alguien más ha dicho.
Dicho texto tiene como objetivo primordial persuadir al destinatario del punto de vista que se tiene sobre un asunto, o bien convencerlo de la falsedad de una opinión; para ello aporta determinadas razones. El texto argumentativo se caracteriza por una organización del contenido que lo define como tal; se presentan unas premisas o datos, que no se podrán aceptar si no se admite también una determinada conclusión.
La argumentación se utiliza en una amplia variedad de textos, especialmente en los que se refieren a ensayos, textos periodísticos, textos científicos, filosóficos; es la forma dominante de debates y coloquios.
Los textos argumentativos, necesariamente deben contener datos sobre los fenómenos de los cuales se construye la afirmación o negación, poseen una justificación que es la razón principal del texto que permite pasar de los datos a la conclusión, y al mismo tiempo contienen una fundamentación la cual constituye el conocimiento básico e carácter teórico para aceptar la autoridad de la justificación.
La secuencia lógica que se plantea para los textos argumentativos consta de tres pasos: 1.Hipótesis, es la aseveración que va a aceptarse, refutarse o ponerse en duda. 2. Demostración, está constituida por las diferentes secuencias argumentativas, mismas que están sustentadas en varios procedimientos. 3. Conclusión, que es la parte donde el autor retoma la hipótesis inicial y demuestra la validez de su planteamiento.