sábado, 25 de agosto de 2018

Prosificación del poema: Coplas a la muerte de mi padre
de Jorge Manrique


Jorge Manrique manifiesta en el poema “Coplas a la muerte de mi padre”, una visión que invita a ser consciente de la realidad, cuando nos dice que, tener ésta conciencia nos despertará del sueño que no nos ha permitido valorar lo que ya ha pasado y que a su vez resulta tan efímero, pues al tenerlo presente podemos manifestar o no el gozo de este hecho y al mismo tiempo recordarlo como placer pasado que nos causa dolor. Sin embargo, si vemos entonces al presente como algo que se ha ido o bien que ha terminado, sabiamente podremos decidir tomar lo que viene como algo ya pasado, ese algo que es transitorio.
            Lo mismo pasa cuando refiere a la vida, pues manifiesta que todos quienes coincidimos en este momento y espacio, somos como ríos, algunos caudalosos llenos de riqueza y otros con apenas una corriente mínima, pero que al final se integrarán como uno en la inmensidad del mar.  Este fluir, se dará en condiciones favorables si se deja de lado la preocupación por lo banal de lo terreno y quienes lo representan, trascender poniendo la confianza en Dios, el cual no fue reconocido por el mundo cuando estuvo en él.
            Sobre el universo y lo que debiera ser, comenta cómo el probar nuestra virtud y bondad nos haría ganar el mundo que esperamos, así como Dios mismo bajó hasta nosotros y lo demostró, y cómo el mundo sería bueno si nosotros lo fuéramos también. El poco valor de las cosas tras las cuales corremos suelen ser deshechas por muy preciadas que sean. Incluso la misma juventud es pasajera cuando con el paso del tiempo en senectud se transforma.
            Cuando le llega el turno de comentar acerca de la situación social, parte de la clasificación en la cual, ésta tiene a los elementos que la conforman, donde hay privilegiados opresores, y sujetos oprimidos, los cuales comparten la suerte de la fortuna, qué con su inconstancia, permite en ocasiones que los que están arriba lleguen abajo y viceversa. Y si al final de la vida, la fortuna ha permitido tener al hombre todo lo material que haya querido, aun así, nada de ello se irá a la tumba con su dueño.
            Al referirse a los placeres y al poder de embellecerse, comenta cómo la búsqueda de la belleza exterior no determina la pureza que permita hacer gloriosa el alma. Ni tampoco con la acumulación de riquezas se conseguirá, pues incluso la fortuna de los hombres poderosos se ve marcada por desventuras y tristezas. Y es entonces que enumera a diversos personajes que aun poseyendo infinidad de bienes y perteneciendo a una clase privilegiada, no dejan de ser más que simples mortales.
             Y cierra las temáticas primeras, presentando las razones por las cuales la vida perdura, o vida eterna no se consigue con lo mundano, ni con la acumulación de riquezas o dando rienda suelta a los placeres terrenos, ni siendo rico, incluso ni siquiera aquel que perteneciera a la monarquía clerical. Finalmente, refiere al cúmulo de cualidades que Don Rodrigo poseía, y se da respuesta a la muerte, con el consuelo que significó, haber compartido con él.



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