domingo, 16 de diciembre de 2018

¿Lectura o ciberlectura en los albores del siglo XXI?

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Durante siglos, la lectura ha sido la piedra angular y el soporte principal para acceder al conocimiento, pero en este inicio de milenio tiene que enfrentar la multiplicidad de retos que la posmodernidad plantea. Ante tal emergencia surge la interrogante: ¿qué nuevas habilidades y conocimientos requieren los lectores del siglo XXI? Dar respuesta al anterior cuestionamiento, es el fin y propósito del presente artículo.

Es por todos bien sabido que son incontables las ventajas que nos proporciona la lectura; las cuales van desde brindar información, recrear, divertir, formar, conocer y otros tantos propósitos, que a través de todos los tiempos “…escritores, filósofos, educadores e historiadores han argumentado sobre los dichos beneficios” (Cárdenas 2018:11); por tanto, podemos decir que el hábito de la lectura resulta muy positivo, pues produce grandes beneficios a nivel intelectual.

En esta sociedad inmersa en constantes y vertiginosos cambios, podemos observar y vivenciar que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y el uso del internet, comienzan a tener un gran impacto en las formas habituales de lectura, la revolución tecnológica está consolidando en nuestros días una nueva forma de lectura: la lectura electrónica, lectura digital, e-rading o ciber-lectura. 

De acuerdo a lo anterior, podemos decir que en la época en la que vivimos actualmente “…la lectura ya no se hace de manera lineal de principio a fin, como regularmente sucede con los libros tradicionales, que nos trazan la ruta” (Cárdenas) y si a ello le agregamos el hecho de que “los formatos de lectura; impuestos por estas tecnologías, en las que predominan los multimedios y el multi-tasking (múltiples actividades a la vez) están afectando la capacidad de concentración y entendimiento que antes exigía un texto impreso” (Cárdenas). 

Bajo las problemáticas, anteriormente presentadas, podemos decir que, en nuestros días, la lectura experimenta serias y severas complicaciones, ya que la evolución de la ciencia ha proporcionado aparatos tecnológicos que, por un lado, han facilitado la adquisición de libros en un tiempo más corto al habitual y a menor costo, pero, por otro lado, hemos encontrado en circulación en la red, una serie de artículos de dudosa procedencia y de fuentes no confiables; aunado a ello tenemos el hecho de que, al utilizar aparatos tecnológicos como el celular, la computadora o la tablet nos podemos distraer en los muchos programas o posibilidades que podemos utilizar a la vez. “Estudios psicológicos y neurológicos han concluido que resulta más fácil evocar el contenido de un texto cuando se lee en papel” (Cárdenas Guzmán, 2018, pág. 11).

La lectura proporciona grandes beneficios a nuestro cerebro, ya que es “un proceso bilateral. El hemisferio izquierdo está especializado en el lenguaje y permite manejar la lógica y la sintaxis, pero en el derecho residen las zonas que procesan la prosodia, la acentuación y el ritmo con el que leemos un texto” (Castro González, en Cárdenas Guzmán:12). Bajo esta idea la lectura nos proporciona múltiples beneficios, no sólo lo que aprendemos con ella.

Desafortunadamente, los niños cada vez leen menos; en vez de leer un libro, crean cuentas en las diversas redes sociales y tienen acceso a los mensajes por teléfono. Pero no solamente los niños no están desarrollando amor por la lectura, sino que los adultos tampoco están leyendo y utilizan su tiempo de esparcimiento para conectarse a las redes sociales o ver televisión. El modelo negativo que se les está dando a los niños es preocupante en una sociedad que está perdiendo la riqueza cultural y el desarrollo de lenguaje que se logra a través de la lectura. Por ello “es preciso que los padres en casa y los maestros en las escuelas lo conduzcan hacia una buena distribución de su tiempo entre actividades recreativas y lecturas académicas” (Cárdenas: 13).

Finalmente, podemos concluir que la lectura es un proceso sumamente benéfico para quien la desarrolla, y dicho proceso es, inminentemente, personal y a elección y juicio del interesado. Hay que tener en cuenta que “el ejercicio físico es al cuerpo lo que a la lectura el cerebro” (Cárdenas: 13).
Trabajos citados


Trabajos citados:
Cárdenas Guzmán, G. (2018). Los retos de la lectura en la era del internet. Revista de divulgación de la ciencia de la UNAM, 20(233).

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