Cuentan
los abuelos que antes de que Gabriel
Zamora fuera municipio, venían personas de lejos, quizá de la sierra, hacían
inscripciones curiosas hoy lo llaman las
pintadas, todavía cuando los papás salen a las labores del campo encuentran
pequeñas figuritas de barro medias quebradas y rotas, dichas figuritas nos hablan de una
civilización perdida.
Después se fundó una hacienda llamada las pilas en lo que ahora se conoce como
Lombardía y cerca de Santa Casilda la hacienda la zanja. Parece que los dueños eran clérigos muy probablemente
monjes agustinos, ahí la producción agrícola no era muy fructífera porque no
había suficiente agua, lo que sostenía
la hacienda era la producción de ganado y después la producción de añil que fue
desplazado por el colorante sintético que produjo Alemania.
Dante Cusi compro la hacienda la zanja
y sus alrededores, antes de que este singular personaje que marcó un antes y un
después en la historia vivían cinco familias junto a los ríos entre ellas: los
Rivera, los Santacruz, los Arcila, los Villanueva que sostenían a su familia de
la crianza de ganado y los cultivos en menor cantidad.
Cuando llegaron los Cusi a estas tierras
empezaron a modificar de forma irreversible el paisaje, ocupaban mano de obra
por lo que cuentan que trajeron reos de la cárcel de Morelia que posteriormente
se asentaron de forma definitiva en dicho lugar. Introdujeron un sistema de
riego poco común para la época por medio de canales y sifones, también trajeron
trenes para acortar la distancia y poder reducir el tiempo de recorrido de los
productos del campo como el arroz, lograron convertir la hacienda Lombardía y
Nueva Italia en una de las más prosperas en toda Latinoamérica. En consecuencia
de tan buenos resultados y la prosperidad alcanzada empezaron a llegar trabajadores
de pueblos vecinos. Eso es Lombardía la unión de personas distintas; presos,
Italianos, españoles, vecinos, etc. de distintas creencias y formas de
comportamiento, unidas por la idea de progreso que solamente la tierra puede
dar, porque de ahí emerge la vida. Al contar esta historia que cada día se
hunde en el mar de los recuerdos para las nuevas generaciones, a los abuelos
les brillan los ojos y quizá se chispa alguna lagrima; padres, abuelos y
bisabuelos, señores respetables que poco a poco desaparecen de la memoria, de
los recuerdos, del pensamiento.
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