martes, 4 de septiembre de 2018

La historia de los sin voz: invitaciones a la construcción de microhistorias




En suma la historia podrá esclarecer  el origen de
muchos de nuestros fantasmas, pero no los disparara.
Solo nosotros podemos enfrentarnos a ellos”.
El laberinto de la soledad




Las sociedades sucumben al paso del tiempo y solo quedan restos o huellas de lo que en un presente remoto fue su esplendor, sin embargo la historia guarda en sí misma, las voces que quedaron ocultas en el transcurrir. Durante el paso de las épocas hay grandes trasformaciones sociales, culturales, económicas y demográficas que marcan una brecha entre el antes y el después de la humanidad. Deja impresa en la memoria colectiva una huella imborrable, que necesariamente módica de manera sutil la forma en que nos movemos y actuamos en el mundo, nuestro estar en el mundo.
      Los seres humanos hemos trascendido todas las barreras impuestas por la naturaleza, en nuestro incesante deseo de conocimiento, de saber y un afanoso querer dominar la naturaleza y el deseo de imponer nuestro poderío, sobre el mundo existente. Es así como creamos un nuevo mundo a partir del ya construido, un mundo cultural, donde se establecen diversos sistemas de normas y leyes para la convivencia, este nuevo mundo es gobernado por la razón legisladora, que se impone a las formas del sentimiento, en busca del progreso o desarrollo. Llevan fija la mirada un futuro que se aproxima, pero jamás llega.
      El nuevo mundo parece que ha perdido sensibilidad, su mirada permanece fija al porvenir, no titubea ni descansa. Mientras el futuro se vuelve cada día más lejano, el presente se vuelve insoportable y el pasado deja de importar, en tanto que ya nada tiene que aportar a un futuro mejor, las esperanzas hunden sus raíces en la posibilidad de una vida mejor. Los avances científicos y tecnológicos son inminentes, pues se pone una fe ciega en la racionalidad instrumental. No se pueden negar de ninguna manera estos avances, pero habría que reflexionar si  en realidad proporcionaran una mejora en las condiciones de vida de la comunidad, sin embargo no es tema fundamental de este escrito. Las voces de los sujetos históricos se pierden en la reconstrucción de los hechos, donde algunos personajes toman relevancia y todas las personas que pertenecieron al pueblo, ciudad,  país, en definitiva el espacio histórico  que no solo los hace  participes,  sino le imprimen vitalidad, hacen de la ciencia histórica, una ciencia viva.
      En este sentido la historia como ciencia tiende a la universalidad, suprimiendo miles de voces que se pierden en el tiempo y espacio. Rostros que sin nombre que han quedado en el olvido. Luis González va en otra dirección en la que se orienta por generar una historia social donde cuenta el grupo o la colectividad. En esta nueva propuesta desaparecen los mesías, caudillos militares y políticos y es la sociedad quien se convierte en el gran personaje de la historia.

          México es  ante todas las cosas, un mosaico de paisajes y pueblos que hay que conocer, reconocer y entender como parte de una diversidad original, enriquecedora y, sobre todo, persistente. Para Luis González la  imagen de México  a fin de cuentas, era una construcción centralista que había que empezar a ponderar y balancear con información y análisis de lo sucedido en los diversos espacios de la geografía y la vida nacionales. Para nuestro autor cuando se mira a México como unidad nacional deja ver muy poco de su ser.
       La microhistoria para Don Luis es la narrativa que reconstruye la dimensión temporal de la matria, entendida como contraposición a patria, pues la matria designa el mundo pequeño, la familia, el terruño. La microhistoria responde a la historia pueblerina, parroquial, municipal, concreta.
        La sociedad microhistórica está determinada por la geografía por ello se puede decir que es geohistórica  en tanto que le da cabida a los hechos del mundo histórico natural, es decir la relación naturaleza-sociedad impactaba la organización y dinámicas sociales. Los ciclos de la naturaleza y sus ritmos afectan la vida de los hombres.
       También identifico tres sociedades y culturas rurales en México: la sociedad indígena, campesina y ranchera. Haciendo énfasis en los rasgos culturales que hoy llamaríamos representaciones simbólicas para trazar las diferencias entre sociedades. La microhistoria va encaminada a  lo cotidiano, el diario vivir, el menester de la vida diaria de las personas que hacen de la historia no una ciencia del pasado, sino una disciplina que vive en cada una de las personas. Trata de entender de recuperar y entender lo que se repite, lo típico, la tradición o hábitos de las familias, lo que resiste al deterioro temporal, lo modesto y pueblerino. Para don Luis la estación más importante y difícil del quehacer microhistórico era el “entendimiento de las personas” que es a fin de cuentas, lo que trata de comprender la microhistoria.
      Al recuperar las microhistorias la literatura puede ser una aliada infalible, pues a través de mitos, leyendas y relatos que son narrados de forma oral y transmitida generacionalmente se puede rescatar un poco de las creencias, hábitos, costumbres y valores que permean la sociedad.  La memoria colectiva como la memoria del individuo, parte de la ficción, el mito o la leyenda, y se abre penosamente camino en la realidad.






Aron, R. Dimensión de la conciencia histórica. Td: Huerta,D. Villegas, P.FCE.
Arias, P. (2006). Luis González  Microhistoria e historia regional. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Distrito Federal, México. Recuperado el 20 de agosto del 2018 de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13902112

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