Rafael Delgado
Nació el 20 de agosto de
1853 en Córdoba, Veracruz. Hijo de Pedro
Delgado y María de Jesús Sáinz. Su familia se trasladó a Orizaba a los pocos meses de
nacido. Con Emilio Rabasa y José
López Portillo y Rojas, es representante de la novela realista de cuño español.
Educado en su provincia de donde casi no salió, se dedicó
a la enseñanza y a las letras; creó tipos locales de gran fuerza y describió
magníficamente el paisaje de su región.
Su obra se inscribe dentro del regionalismo, en ella, narra los cambios acaecidos en el país durante el régimen del general Porfirio Díaz y los trastornos que producen en las relaciones familiares: La Calandria (1891), Angelina (1895), Los parientes ricos (1903) e Historia vulgar (1904), y también relatos coleccionados en Cuentos y notas (1902).
Su obra se inscribe dentro del regionalismo, en ella, narra los cambios acaecidos en el país durante el régimen del general Porfirio Díaz y los trastornos que producen en las relaciones familiares: La Calandria (1891), Angelina (1895), Los parientes ricos (1903) e Historia vulgar (1904), y también relatos coleccionados en Cuentos y notas (1902).
La
mayor parte de su vida transcurrió en esta ciudad, donde su familia quedó
arruinada a mediados del siglo XIX, cuando la lucha entre liberales y
conservadores provocó una profunda inestabilidad política y económica. Autor
realista y costumbrista plasmó las pugnas entre liberales masones y católicos
conservadores, así como las diferencias entre los ricos porfiristas y la clase
media, ejemplo de ello es su novela Los parientes ricos.
En
1884, el joven talento se trasladó a la Ciudad de México, donde continuó su
formación como escritor y posteriormente fue nombrado miembro de la Real
Academia de la Lengua Española. Sin embargo, su precaria situación económica lo
obligó a regresar a Orizaba, donde volvió a dictar cátedras.
Invitado por el entonces gobernador de Jalisco,
José López Portillo y Rojas, Rafael Delgado fue director del departamento de
Educación de aquel estado, puesto en que permaneció sólo un tiempo, pues la
artritis que padecía lo obligó a regresar a Orizaba.
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