lunes, 21 de enero de 2019

José Joaquín Fernandéz de LIzardí un escritor romántico


A finales del siglo XVIII y durante el siguiente siglo emerge el romanticismo y adquiere plenitud en Europa.  Su desarrollo está vinculado a los movimientos nacionalistas europeos, producto de las ocupaciones napoleónicas  en varios países,  provocando un sentimiento de valoración de sus raíces; históricas, culturales y lingüísticas. Algunos ejemplos son: la independencia de Grecia y Bélgica y la unificación de Alemania e Italia.
       Otro acontecimiento que determina esta corriente estética es el surgimiento de la postura filosófica denominada idealismo. En ella se desborda los cauces del racionalismo del siglo XVIII, poniendo especial énfasis en la vida del espíritu, este enfoque supone la exaltación del “yo”, definido como una conciencia que rechaza sus límites y  queda con ansia de infinito. El Romanticismo deja de ser una mera corriente literaria para convertirse en una postura frente a la vida.
        Este movimiento presenta una dualidad por un lado expresa una profunda repulsión a los valores impuestos por el triunfo de la burguesía; por otro lado  el prototipo del romanticismo figura siempre como un hombre disconforme, perdido y angustiado  en una sociedad que no lo satisface. En el terreno estético rechazan las formas neoclásicas, el arista romántico deja de interesarse por reglas y cánones para buscar: el dinamismo, intensidad expresiva, la fuerza sentimental lo irracional y misterioso, donde el “yo” creador reclama total libertad.
       La postura romántica apunta hacia dos direcciones: unos sueñan con un retorno al pasado en defensa de los valores aristocráticos, propugnando una restauración de valores ideológicos, patrióticos, religiosos combatidos por el racionalismo; mientras que la siguiente dirección apunta a los que radicalizan las ideas ilustradas, exaltando la libertad individual, los derechos humanos y el progreso que parece un misticismo revolucionario.
           Ahora bien el romanticismo alimento el espíritu revolucionario y sed de independencia de las colonias americanas dominadas por países europeos. En México José Joaquín Fernández de Lizardi fue el precursor de esta corriente  durante el apogeo de los conflictos emancipadores  para romper todo lazo con España. Sin  embargo es durante el Porfiriato cuando el Romanticismo se impone definitivamente, siguiendo dos tendencias: la culta y  la costumbrista. Es menester de este trabajo seguir los primeros pasos del romanticismo en México a través de Noches tristes y día alegre de Fernández de Lizardi.
       José Joaquín Fernández de Lizardi nace en México en 1776 y muere a causa de Tuberculosos en 1827. En 1812 Fernández de Lizardi fundó el periódico más importante en la época de independencia “El pensador Mexicano”, fue un personaje de ideas independentistas, también fue amigo de doña Josefa Ortiz de Domínguez lo que arroja luz sobre su pensamiento. Se considera que luchó en la Guerra de Independencia. Fue un mordaz crítico del gobierno virreinal.
Algunas de las obras más importantes fueron:
Ø  El periquillo sarniento (1816).
Ø  La Quijotita y su prima (1818).
Ø  Noches tristes y día alegre (Autobiografía, 1818).
Ø  Vida y hechos del famoso caballero Don Catrín de la Fachenda (1832).
Ø  El triste de Altamirano (1822).

        Es importante señalar los acontecimientos históricos que marcaron la vida de nuestro autor y dio paso al tipo de escritura. Aun vivió en la época virreinal y las primeras etapas del México independiente, desde la constitución del primer imperio hasta la redacción de la primera constitución. En consecuencia Fernández de Lizardi se encuentra en una etapa de transición que enmarco su pensamiento y su escritura. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario