LUIS G. INCLÁN
(Ciudad de México, 1816-1875)
Conocido
principalmente por ser el autor del libro de largo título y subtítulo Astucia,
El jefe de los hermanos de la hoja o Los charros contrabandistas de la rama.
Novela histórica de costumbres mexicanas con episodios originales, Inclán fue
un escritor de múltiples talentos. No sólo está considerado como el autor más
representativo de la literatura de charrería, el creador de una de las mejores
novelas de aventuras que se han publicado en español, hombre muy versado en los
asuntos del campo y aceptable poeta, también fue uno de los editores más
importantes del México del siglo XIX.
Propietario
de una imprenta, Inclán se encargó de la séptima edición de El Periquillo
Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi, publicó El jarabe, de Niceto
Zamacois, en 1860 y el Diario de un testigo de la Guerra de África, de Pedro
Antonio de Alarcón. Y por si no fuera suficiente dio a conocer otras obras
suyas, como Reglas con que un colegial puede colear y lazar y Recuerdos de
Chamberín, un homenaje a la memoria de su caballo.
Con el
Segundo Imperio las cosas cambiaron y le fue mucho mejor: en 1865 bajo la
anuencia burocrática del Ministro de Gobernación de Su Majestad el emperador
Maximiliano se publicó el primer tomo de Astucia. Y el éxito fue tan grande que
un año después sacó a la luz el segundo volumen, ambos tomos ilustrados con
litografías e impresos del mismo taller de Inclán. Considerada por los
conocedores como una de las obras cumbres de las letras mexicanas, Astucia
consagró para la posteridad las aventuras de Lencho y su banda: Pepe El Diablo,
El Tapatío, Tacho Reniego, Chepe Botas y El Charro Acambareño; que, a su vez,
narraron las costumbres de los charros y las noticias del México de aquellos
tiempos.
Luis
Gonzaga Inclán falleció en la Ciudad de México en 1875, dejando sin publicar
las siguientes obras: “Los tres Pepes”, “Pepita la planchadora”, “Don Pascasio
Romero” y “Regalo delicioso para el que fuere asqueroso”, textos que, según su
biógrafo Núñez y Domínguez, se perdieron en un incendio en su imprenta.
“ASTUCIA”
(Fragmento)
"El
baile duró hasta después de las doce, los vecinos principales de la villa, se
empeñaron en prolongar la fiesta, disponiendo escotarse los gastos, y hacer al
otro día que era sábado, pelea de gallos en la mañana, otra corrida en la tarde
con distinto ganado, y en la noche una función de circo y maroma en la misma
plaza para que todo el público disfrutara, aprovechando la casualidad de estar
allí unos cirqueros que por una corta cantidad, desde luego admitieron. También
por su parte los Hermanos quisieron hacer algo por sí solos, y se arregló que
el domingo se repitieran la pelea de gallos, la corrida de toros comenzara más
temprano amenizándola con jaripeo, figurones en burros, y un toro mocho para el
soberano pueblo; de allí seguiría una sencilla merienda, o propiamente
refresco, y después una comedia que escogieron del repertorio de los cirqueros
que llevaban lo necesario para su desempeño, y fueron profusamente
gratificados, estando la puerta franca para todos los espectadores que no
tuvieron más que mandar sus sillas, los que las tenían, algunos sentarse en el
suelo, y otros parados divertirse grandemente; en los dos días más de toros,
tampoco hubo..”
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