viernes, 25 de enero de 2019

LIT. MEXICANA: EMILIO RABASA (NOVELA)


EMILIO RABASA
(Ocozocoautla, 1856 - ciudad de México, 1930)
Novelista mexicano, iniciador del realismo en su país, que compaginó su tiempo entre la literatura, la abogacía y la política, y llegó a ser gobernador de su estado natal. Tras estudiar derecho en Oaxaca, desempeñó varios cargos oficiales en Chiapas. Asentado en la ciudad de México progresó en su carrera como abogado y estudió a fondo el juicio de amparo. Su infortunada asociación al gobierno golpista de Victoriano Huerta lo obligó a refugiarse en Estados Unidos.


Su obra consiste, básicamente, en las novelas La gran ciencia (1887), La bola (1887), El cuarto poder (1888), Moneda falsa (1888) que conforman la tetralogía denominada "Novelas Mexicanas" y La Guerra de Tres Años (aparecida póstumamente en 1931). En su madurez, formó parte de la Academia Mexicana de la Lengua.

De su personalidad como jurista y político nos pueden dar idea algunas de sus restantes obras: El artículo 14; La Constitución y la Dictadura; El juicio constitucional; La organización política de México y La evolución histórica de México. Para sus publicaciones literarias, Emilio Rabasa utilizó el seudónimo Sancho Polo.
“MONEDA FALSA”  (Fragmento)
"Media hora hablamos así; media hora que pudo reducirse a la cuarta parte, porque Jacinta no opuso resistencia formal. Y quedó ajustado, entre araños y estrujones, que al tercer día a las diez de la noche iría yo por ella.          
Bajé rápidamente los escalones al oír la voz chillona de doña Serafina en el corredor, y en el segundo tramo tropecé con Joaquín, que había estado allí, tal vez escuchando la conversación.    
No sonaban las diez todavía cuando entraba yo a mi casa, después de recorrer la distancia del Puente de Monzón a mi casa andando algunas calles de más por hacer más largo el camino, que quizá quisiera encontrar interminable. Algo de vanidad de triunfo y miedo de criminal se juntaban en mi corazón; pero a pesar de lo segundo, me sentía satisfecho de la conquista e impaciente por la realización de mis propósitos. 
Había luz encendida en la redacción y presumí que sería Claveque, contra el cual sentí de súbito un movimiento de rencor y algo como deseo de pegarle; pero mi sorpresa y contrariedad fueron muy grandes cuando vi que me había equivocado y que quien me esperaba era nada menos que Pepe Rojo. "








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