EMILIO RABASA
(Ocozocoautla, 1856 -
ciudad de México, 1930)
Novelista
mexicano, iniciador del realismo en su país, que compaginó su tiempo entre la
literatura, la abogacía y la política, y llegó a ser gobernador de su estado
natal. Tras estudiar derecho en Oaxaca, desempeñó varios cargos oficiales en
Chiapas. Asentado en la ciudad de México progresó en su carrera como abogado y
estudió a fondo el juicio de amparo. Su infortunada asociación al gobierno
golpista de Victoriano Huerta lo obligó a refugiarse en Estados Unidos.
Su
obra consiste, básicamente, en las novelas La gran ciencia (1887), La bola
(1887), El cuarto poder (1888), Moneda falsa (1888) que conforman la tetralogía
denominada "Novelas Mexicanas" y La Guerra de Tres Años (aparecida
póstumamente en 1931). En su madurez, formó parte de la Academia Mexicana de la
Lengua.
De su
personalidad como jurista y político nos pueden dar idea algunas de sus
restantes obras: El artículo 14; La Constitución y la Dictadura; El juicio
constitucional; La organización política de México y La evolución histórica de
México. Para sus publicaciones literarias, Emilio Rabasa utilizó el seudónimo
Sancho Polo.
“MONEDA
FALSA” (Fragmento)
"Media
hora hablamos así; media hora que pudo reducirse a la cuarta parte, porque
Jacinta no opuso resistencia formal. Y quedó ajustado, entre araños y
estrujones, que al tercer día a las diez de la noche iría yo por ella.
Bajé
rápidamente los escalones al oír la voz chillona de doña Serafina en el
corredor, y en el segundo tramo tropecé con Joaquín, que había estado allí, tal
vez escuchando la conversación.
No
sonaban las diez todavía cuando entraba yo a mi casa, después de recorrer la
distancia del Puente de Monzón a mi casa andando algunas calles de más por
hacer más largo el camino, que quizá quisiera encontrar interminable. Algo de
vanidad de triunfo y miedo de criminal se juntaban en mi corazón; pero a pesar
de lo segundo, me sentía satisfecho de la conquista e impaciente por la
realización de mis propósitos.
Había
luz encendida en la redacción y presumí que sería Claveque, contra el cual
sentí de súbito un movimiento de rencor y algo como deseo de pegarle; pero mi
sorpresa y contrariedad fueron muy grandes cuando vi que me había equivocado y
que quien me esperaba era nada menos que Pepe Rojo. "
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